Un mes después de que la DANA llegara a Valencia y arrasara con todo por su paso, las personas siguen sintiéndose abandonadas. Muchas de ellas siguen acudiendo a organizaciones para poder tener un plato de comida caliente. Muchas calles todavía siguen con barro, sigue habiendo coches totalmente destruidos, casas derruidas y personas a las que no les queda nada. Y lo más preocupante de toda esta situación es que las ayudas siguen sin llegar y las promesas de los gobiernos parecen quedar solamente en palabras. Mientras tanto, los vecinos hacen lo imposible por salir adelante, apoyándose mutuamente en una muestra de solidaridad que conmueve, pero que no debería ser el único recurso en una crisis de esta magnitud.

Es indignante ver cómo pasan los días, las semanas, y las autoridades responsables no actúan con la rapidez que esta emergencia demanda. Las familias que lo han perdido todo no pueden esperar. Necesitan soluciones inmediatas, no promesas vacías. No nos olvidemos de Valencia.