La subasta de la obra Comedian, un plátano pegado con cinta adhesiva, alcanzó recientemente los 6,2 millones de dólares tras más de 20 pujas. Este fenómeno artístico, que comenzó con un precio de 120.000 dólares, no sólo genera asombro, sino también indignación.

En un mundo donde casi 2.000 millones de personas luchan por sobrevivir con menos de 3 dólares al día, es difícil justificar que una banana pueda valer tanto. Este contraste plantea una pregunta incómoda: ¿cómo hemos llegado a priorizar lo absurdo sobre lo esencial?

Mientras algunos se disputan la sátira artística, millones carecen de acceso a alimentos básicos o agua potable. Quizás esta obra de arte sea un espejo incómodo que refleja nuestras prioridades distorsionadas. ¿No sería más trascendente invertir en iniciativas que mejoren la calidad de vida de los más vulnerables?

Más que una banana millonaria, lo que necesitamos es sentido común. Se trata de un insulto a los derechos humanos y a cualquier avance en crear un mundo mejor.