¿No tienen la sensación de que llegamos a final de año como si nos hubiese pasado un convoy de camiones por encima? Si la sociedad fuese una persona sería Naomi Watts en Lo imposible. Embarrados, despeinados y con la ropa hecha harapos, consecuencia de una actualidad frenética y agotadora.
Y el horizonte parece no traer nada que pueda cambiar la tendencia en el tramo final de este año. Me temo que el termómetro de la crispación política seguirá al alza, con cada uno empeñado en limpiar y sacar brillo a su casa, mientras la calle espera solución a sus problemas. Los efectos de la DANA se tornan cada día más irreversibles, si es que cabe, y las consecuencias políticas ni llegaron, ni ya se las espera. La situación geopolítica sigue sumando incógnitas con nuevos actores emergentes en Siria y viejos conocidos en los Estados Unidos. E Israel sigue jugando a ser Dios decidiendo sobre quiénes pueden vivir y quiénes no.
A 2025 deberíamos pedirle más humanidad, más unión, más verdad, más responsabilidad y más corazón. Y con la primera, me conformo. Miren si pido poco.