El pasado 16 de diciembre sobre las 12 del mediodía se produjo un atropello en un paso de peatones de Burlada. Una persona que lo presenció llamó al 112.

La Policía Municipal tardó en llegar pese a la proximidad del lugar del atropello al Ayuntamiento. ¿El motivo? “Como no han venido los forales, hemos tenido que venir nosotros”. Protocolo 1.

De entre los viandantes que se acercaron, una chica enfermera que, ante la llegada de la Policía Municipal, les solicitó el botiquín de urgencias para colocar unos apósitos y una venda en la sangrante cabeza de la persona atropellada. Tras esto, se llama a la ambulancia que tarda unos 25 minutos en llegar. Ante la petición de la persona accidentada de ser trasladada a la clínica San Miguel por proximidad y por ser su centro sanitario de referencia, ya que es mutualista, la respuesta que recibe es un no. No es posible salvo pago de 400 euros. La ambulancia se va vacía. Protocolo 2.

Es entonces cuando uno de los municipales decide trasladarle en el coche policial, pero su compañero no lo permite. Protocolo 3.

Finalmente se llama a un taxi y se traslada a la accidentada a Urgencias sin acompañamiento alguno.

Entiendo la necesidad de ciertos protocolos para el buen funcionamiento de los servicios, pero viendo y viviendo esta situación, me pregunto si son antes los papeles o la atención al ciudadano, porque yo me sentí totalmente abandonada por aquellos que se supone que están para ayudar. Tal vez sea el momento de revisar esos protocolos a quienes corresponda hacerlo.