¿Para qué sirven los escrúpulos? Para mantener la dignidad. Pero algunos no conocen ni los unos ni la otra. Hay un personaje tirando a fachosapo escondido bajo las faldas de Isabel con un cubata siempre en la mano dispuesto a escupir bilisangres contra quien considere que amenaza su estatus o el de quien paga sus brebajes. El último ejemplo, en que saltó cual escorpión ávido de batalla cenagosa, negando la historia contada en TV por la hija de un fallecido en residencias de Madrid durante la pandemia y amenazando con comprobar si estos parientes visitaban “convenientemente” a sus progenitores en dichas residencias.
Estos fachosapos son tan torpes y actúan con tal sentido de la impunidad que no caen en el pequeño detalle del derecho de los demás a su intimidad y son capaces de pasar por encima de ellos avasallando y destrozando cuanto encuentran. Es más, intentan arreglarlo con un “me equivoqué y rectifiqué, no le doy más importancia”. La cuestión no está en la importancia que él le dé al asunto, que todos sabemos que es nula, sino en la repercusión que su deplorable intervención tuvo en la hija de la persona fallecida.
Ojalá que esta vez reciba, como decía mi suegra, de su misma “medecina”.