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Todos somos personas

Todos somos personasEFE

El mundo está endureciendo, ante la llegada de la inmigración, su corazón y su alma. Cierto es que es necesaria una ley equilibrada que pueda acoger, en dignidad y respeto, a personas empobrecidas por un capitalismo que hace sangrar a las capas más vulnerables. 

No tiene sentido decir que estamos en cierta acogida para dejarlos solos a inmigrantes que llegan sin sus familias y en la adolescencia de sus vidas.

Necesitamos asociaciones que brinden amor y no sólo rentas mínimas. 

Si estuviese bien estructurado, desde la empatía y el buen hacer se podrían prevenir desgracias y delincuencias; además de víctimas sociales de un lado y del otro.