Entre el aburrimiento y el entretenimiento, hay un espacio necesario: el pensamiento. Es la gimnasia mental que todo ser humano necesita. Así como el cuerpo requiere movimiento, la mente necesita reflexión.

No vivimos solo de lo físico. Sin pensamiento crítico y observación consciente, resulta difícil mejorar la sociedad. No se trata de bulos ni falsas noticias, sino de mirar con atención lo que nos rodea.

Hoy, la política ocupa gran parte del espacio público, pero los problemas sociales siguen sin resolverse. Además, vivimos en un mundo cada vez más aislado, donde el diálogo entre personas se ha debilitado. Y sin conversación, no hay soluciones posibles.

También los ciudadanos nos hemos refugiado en lo digital, buscando bienestar a medida. Pero esa retirada del espacio común frena el progreso. No basta con recibir muchos “me gusta”. Es necesario actuar, exigir, participar.

Los avances sociales no surgieron por casualidad. Fueron fruto de movimientos que unieron pensamiento y acción. Dejar el futuro al azar es un riesgo demasiado alto.

Es momento de romper la pasividad y recuperar el compromiso colectivo. Pensar también es actuar.