Quiero compartir mi enfado con el Servicio Navarro de Salud y con todos aquellos que, como yo, sufren la desesperante espera de la sanidad pública.
Desde octubre del año pasado estoy pendiente de una consulta con Otorrinolaringología. Ocho meses después sigo sin cita, sin previsión y con la única respuesta de que tenga paciencia.
He reclamado dos veces, y aunque la respuesta es educada, el mensaje es el mismo: espere su turno. Pero mi salud no puede esperar. Al final, no me va a quedar más remedio que acudir a la sanidad privada, como he hecho otras veces, pagar de mi bolsillo y, para más sorpresa, descubrir que el mismo especialista que no puede atenderme en la pública sí tiene hueco en la privada.
¿Es esto normal? ¿Es justo que quienes no podemos esperar tengamos que pagar por un servicio que ya debería estar garantizado?
Creo que estoy en mi derecho de exigir soluciones. La salud es cosa de todos.