Julito

Julito era hijo de María Luisa y hermano de Mari Luz y de Belén, mi mujer. Y los cuatro, en poco tiempo, nos han dejado.

En el parto de Julito hubo problemas y nació con mermas en alguna de sus capacidades, lo que provocó que su vida discurriera por centros de atención especializada, Isterria, Tasuvinsa, Mendebaldea y últimamente El Vergel. Eso sí, no perdonaba acudir a casa los fines de semana y durante las vacaciones. Por otra parte, los umbrales de dolor y sufrimiento los tenía tan altos que nunca le dolía nada, si le preguntabas.

Aunque estuviera recién ingresado en urgencias, últimamente muy a menudo, a la pregunta ¿qué tal estás Julito? la respuesta siempre era “bieeen” (alargando la e). Recordaba los nombres de todos los médicos que le habían asistido en algún momento y las enfermeras seguro que no le han olvidado. Forofo de Osasuna hasta la médula, Enrique Martín y Roberto Torres han sido sus ídolos hasta el final. Y podía estar escuchando a Sabina y La Oreja durante horas, cantando con letra todas sus canciones, como hizo en mi casa todavía no hace un mes. Todo el que lo conocía le cogía cariño y dejó amigos allá por donde pasó. Para todos, “a tocar el pelito”, Julito.