Paso todos los días por delante del colegio público de mi barrio, la Rochapea, y leo esa máxima que reza en su puerta principal. Hoy, influenciados por el idioma sajón, diríamos slogan pero como yo soy cervantino, me niego a que el idioma de la pérfida Albión, cale tan hondo en mi alma. Con saberlo me basta y sigo diciendo máxima.

Pero no quiero distraer con el idioma. Educamos para convivir y no es moco de pavo el propósito. En un mundo tan variado y variopinto, educar para estar a gusto con todo el mundo se me antoja harto difícil. Y más cuando tenemos tendencia a odiar al distinto. Pero no seré yo quien dinamite los buenos propósitos del cole que está bajo mi casa. Y menos aún porque es público, del pueblo, vamos. Que uno tiene que soñar desde pequeño, con que un mundo mejor es posible. Y tal vez así alguna vez lo veremos. Así que sí, maestros, eduquemos para la convivencia. Porque convivir no es fácil y hace falta comprender que, en este mundo lleno de odios, cabemos todos. Incluso los diferentes. Y si eres de los que dan los buenos días, mi abrazo para ti. Porque acoger empieza con un gesto y aunque no lo parezca, todos sabemos hacerlo. Así que más educar y menos sacar pistolas. Y así os lo digo.