Han tenido que pronunciarse dos ONG israelíes llamando a las cosas por su nombre, al genocidio genocidio y a la aniquilación aniquilación, apuntando a su gobierno, a la sociedad que lo respalda y a la comunidad internacional por no hacer nada para detener la masacre, para que nos demos cuenta de que sí se puede hacer algo aunque solo sea denunciar clara y directamente los hechos con las palabras que los definen, sin rodeos. Y denunciarlos ante nuestros gobiernos y representantes políticos para que desde las instituciones no cejen en poner ante la cara de Netanyahu las imágenes del horror con forma de niños muertos en vida, esqueléticos, sin lágrimas (que no les quedan).

Denunciar, denunciar, denunciar… Él dice que todo es manipulado. El hambre (que él está provocando) tampoco existe. Por lo visto tampoco cree que hayan matado ya a 60.000 personas y le parece todo un montaje. Para los muertos llegamos tarde. Intentemos al menos salvar a la mayoría de los que quedan vivos.