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Iglesia Católica y estafas

Iglesia Católica y estafasJavier Bergasa

Tal como ha trascendido a los medios de comunicación, el arzobispo de Pamplona y Tudela, Florencio Roselló, ha mostrado, recientemente, su preocupación ante los intentos de estafas de los que están siendo objeto algunos sacerdotes y religiosos de la archidiócesis.

Ante esto me surge una pregunta: ¿Al señor arzobispo no le debería de preocupar, también, que la propia Iglesia Católica, de la que él es la máxima autoridad en la Comunidad Foral, sea una estafadora a gran escala por el hecho de haber desvirtuado por completo el mensaje liberador de Jesús de Nazaret?

Ciertamente lo que predicaba aquel carpintero de Galilea -el cual recordemos que nació, vivió y murió pobre- tiene muy poco que ver con el inmenso, y prácticamente incalculable, patrimonio -edificios, terrenos, obras de arte-... que posee en propiedad la Iglesia Católica.

Una Iglesia Católica totalmente incoherente que se aferra con uñas y dientes a sus posesiones terrenales dejando así patente su insensibilidad ante el hecho de que cada día mueran de hambre miles y miles de personas.

Por no hablar, ya en lo que se refiere a Navarra, y a Pamplona en particular, del expolio de terrenos públicos que supuso las muy generosas donaciones de terrenos efectuadas por parte del consistorio pamplonés a los seguidores del clérigo Escrivá de Balaguer para la construcción de su universidad, esa universidad a la que, paradójicamente, muchos navarros no pueden acceder por sus desorbitadas tasas y a la que me niego a llamar Universidad de Navarra, ya que dicha denominación debería corresponder a la Universidad Pública.

Y con esto no quiero decir que no haya personas bienintencionadas entre los creyentes, porque, ciertamente, las hay, al igual que las hay entre los no creyentes. Mi crítica no va dirigida hacia esas buenas personas las cuales me merecen todo mi respeto.

Mi crítica va dirigida hacia el arzobispo de Pamplona, en particular, y hacia el resto de miembros de la jerarquía de de la Iglesia Católica, en general, los cuales, salvo muy honrosas y escasas excepciones, han traicionado a lo largo de los siglos, y siguen traicionando, para escándalo de muchos entre los que me incluyo, el mensaje de aquel carpintero de Galilea al cual dicen seguir.