Síguenos en redes sociales:

Belén

BelénPexels

Este domingo 17 hace un año que nos despedimos para siempre, después de 45, pero sigues estando conmigo.

“No puedo vivir sin ti…”, te cantaba en la cocina la canción de Coque Malla mientras te sacaba a bailar, “… no hay manera…”, y tú no parabas de reír (”que me meo”) y yo seguía dándote vueltas y cantando, “…no puedo estar sin ti…, no hay maneraááááá”. Aquí todavía estabas bien y eran momentos nuestros que, alguna vez y entre protestas tuyas más o menos reales, llegamos a compartir con alguna visita de la máxima confianza.

Todavía se me nubla la vista cuando te recuerdo, da igual que la memoria me lleve al antes que al durante tu enfermedad. Creo que no lo podré evitar nunca, ni quiero. Pasaste de bien a mal en un segundo, girándote de espaldas al periódico que estabas leyendo, fijando tu ¿mirada? en la pared en la que estabas apoyada, y ese instante lo presencié y se me quedó grabado para siempre.

Más vale que tengo personas que, sin ellas saberlo, día a día, suponen un soporte irreemplazable para mi fortaleza. Sobre todo cuando siento que mi energía se debilita y aunque no las tenga cerca, porque ya las tengo dentro.