Ayer, 23 de septiembre, mi madre cumplió 60 años y, al mismo tiempo, se jubila tras más de 38 años dedicados a la enseñanza. A lo largo de gran parte de Navarra ha dejado su huella, y quiero aprovechar estas líneas para rendirle un homenaje y agradecerle todo el esfuerzo, la dedicación y el sacrificio que ha puesto en su vida profesional.
Con solo 21 años, recién terminada la carrera, viajó con su madre a Canarias para presentarse a la oposición. Tras conseguir la plaza, comenzó su labor docente en los valles del Roncal y de Salazar, donde pasó dos cursos que siempre recuerda con cariño y donde forjó amistades que aún perduran.
Más tarde trabajó en Lumbier, Cáseda y Aibar durante seis años, y posteriormente en el sindicato de educación Afapna en Pamplona durante siete años, luchando por mejorar las condiciones de los docentes navarros.
En 2002 regresó al aula en el colegio San Pedro de Mutilva, permaneciendo catorce cursos y dejando una huella imborrable en compañeros y alumnos. Sus últimos nueve años los dedicó al Colegio Público de Azpilagaña, donde ayer concluyó su trayectoria profesional.
Tras casi cuatro décadas en la docencia, inicia un merecido descanso, dejando no solo conocimiento, sino también cariño y admiración. Sus característicos rizos y su sonrisa han sido inseparables de su manera de enseñar. Gracias, de parte de todos, por tu entrega y pasión.