Ser voluntaria o voluntario, por definición, requiere de voluntad. Una voluntad alimentada por el inconformismo que nos lleva a actuar en causas sociales con las que empatizamos. Eso no nos convierte en buenas personas en busca de realizar obras de caridad, esa no es la esencia del voluntariado. Lo que de verdad nos mueve a las voluntarias y voluntarios es la voluntad de actuar ante las injusticias y las problemáticas sociales que se dan día a día tanto en nuestro barrio como en la otra punta del mundo.

Nos formamos y aprendemos para ser pequeñas píldoras de conocimiento sobre la realidad social que no se encuentra en los libros, ni en las universidades, sino en las relaciones humanas que se establecen con aquellas personas que se encuentran en situación de dificultad. No somos héroes ni heroínas, no somos santos ni santas, sólo gente de la calle inquieta por aprender, crear comunidad y poner su grano de arena en el cambio social desde lo más llano.