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Feliz 31 a mi Taller

Feliz 31 a mi TallerPATXI CASCANTE

Para las que vivimos en constante movimiento, las que nos mudamos, viajamos y emigramos, la existencia de un punto fijo es una necesidad vital. Una casa, un espacio de apoyo, un colectivo al que siempre volver. El 31 de diciembre no solo es el último día del año, sino también una excusa preciosa para visitar un lugar que sentimos como hogar y rodearnos de amor. En medio de un mundo en destrucción, donde cada vez más espacios de pertenencia desaparecen, volver a casa, un lugar donde te esperan y te acogen, es un regalo.

Para las exalumnas del Taller de Teatro de Navarro Villoslada y para mí, es una fecha especial en la que todas las generaciones se juntan para ver la muestra teatral de la nueva promoción. La tradición del 31 a las 12.00 reúne un día de abrazos, historias y reencuentros, dando la bienvenida a un nuevo año lleno de arte y comunidad en el Taller. Es una forma de reavivar el vínculo y celebrar la amistad que el teatro crea y que tanto han cuidado Ana Artajo e Ion Martinkorena durante su dirección en los últimos ocho años. Hoy se rompe la tradición debido al cambio de dirección del Taller por parte del centro educativo, dejándonos con silencio e incertidumbre en lugar de la alegría del hogar. Pero la huella que el Taller ha marcado en nosotras no tiene miedo a la injusticia de estos cambios.

Si Gabriel Celaya dijo: “Todo lo que soy se lo debo a mi Residencia”, yo digo: “Todo lo que soy se lo debo a mi Taller”. Feliz 31 a la amistad. Feliz 31 a la libertad y la cultura. Feliz 31 a los puntos fijos en movimiento y, sobre todo, al teatro.