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Caras y caretos

NO creo que haya habido medio de comunicación que no se haya hecho eco de la operación de nariz de la mondonguera Belén Esteban, habitual de los programas de escándalo, más que de cotilleo, y que son un fabuloso negocio, para quien los produce y para quien en ellos participa, muchas veces al borde de la delincuencia común. Todos tienen abogados, como quien tiene mastines, y los tribunales son siempre una parada obligada en la jiga que baila esta gente, a la que también le sacan réditos.

Las cosas como son. Esta semana, la nariz de la Esteban, esa especie de reinona descarada, vocinglera y amanerada de la España profunda que la jalea y en ella se ve reflejada, competía con la cara cada día más exangüe de la heroica activista saharaui.

Y temo acertar si digo que para el común tenía más interés la nariz de la atracción de feria que la salud de la activista saharaui que llevaba un mes en huelga de hambre y que, por supuesto, las reivindicaciones de un pueblo burlado que Aminetu Haidar sostenía con su gesto extremo. Esto dice mucho del país donde estas cosas suceden y explica también el abandono real en el que viven los saharauis por quienes les tenía ocupados, nacionalizados, convertidos en siervos, con exóticos procuradores en Cortes, sí, pero siervos, o de esa manera tratados por los uniformados. Es hora de que salgan a la luz los testimonios.

El caso de Aminetu Haidar ha vuelto a poner de relieve que la diplomacia española es una de las más débiles del mundo civilizado y que el país cuyo gobierno preside Zapatero no cuenta gran cosa en el teatro internacional, por mucha bambolla que le echen. De no ser por la intervención de los Estados Unidos y de Francia (¿a título de qué?) esa mujer seguiría en Las Palmas. Viva o muerta, pero en Las Palmas. No nos enteraremos jamás de las vergüenzas y trastiendas de este tira y afloja con Marruecos, como no hemos venido sabiendo nada de lo que sucedió en el Sahara. Los campos de refugiados nos quedan demasiado lejos, esto es, para nuestra tranquilidad están bien donde están. ¿Que la ley de Marruecos se aplica en el Sahara? Sin lugar a dudas, a título de ocupación manu militari.

Y por no salir de caras, a Berlusconi, el pillo cavaliere, le han partido la cara con una reproducción del Duomo de Milán, esto es la nariz y algunos de los piños millonarios que se puso para lucir la sonrisa con la que firma sus más disparatados discursos, que se mueven entre la estupidez y la canallada. También el cavaliere va a acudir a una clínica a que le arreglen lo mismo que a la Esteban. Como mucho, como mucho esa rotura de nariz y boca ha provocado sesudos comentarios sobre lo mala que es la violencia y el "de que" así no se arreglan las cosas... las carcajadas a puerta cerrada e inter pares.

Y por no salir de caras y caretas, duras y temibles, las del guardia civil que con su testimonio insustancial sigue acusando a los directivos de Egunkaria no con pruebas, sino por sus mismísimos, las de la acusación particular que instrumentaliza un testimonio que huele de lejos a falsedad y a montaje, y la de los magistrados que han insistido en prohibir una manifestación de apoyo a Egunkaria en Madrid con objeto de que lo que ya es un escandalazo político silenciado de manera cómplice por los habituales comentaristas de la salud de la democracia española, no se haga más público de lo que debe. Si quieren manifestarse que lo hagan donde se puede manipular la noticia: "Ya se sabe, cosas de separatistas...". Hay que acallar como sea la infamia perpetrada hasta ahora aprovechándose del poder judicial.

Resulta curioso que el magistrado que no dejó que los encausados hablaran del trato recibido al tiempo de su detención, no instruyera al uniformado sobre el falso testimonio y a la vez se extrañara de que testigos y peritos fueran las mismas personas. Pero bueno, esa irregularidad, comparada con los casi siete años de castigo que llevan los acusados de Egunkaria, es un gollería.