ayer tuve la oportunidad de charlar en Euskalerria Irratia con los cuatro profesores universitarios de euskera que participan estos días en las jornadas organizadas por la ikastola Paz de Ziganda en relación con la fiesta del Nafarroa Oinez. Todos ellos euskaldunberris y auténticas eminencias en cuestiones lingüísticas. La más joven de ellos, Hanna Lantto, finlandesa, licenciada en Filología Hispánica, domina nueve lenguas. Decía que ha estudiado bastantes más, pero que realmente las que domina son esas nueve. La argentina Rosana Entizne es profesora de Música y Piano y de Álgebra, Geometría y Matemática Discreta en la Universidad Nacional del Sur. Da clases de Euskera en la Casa Vasca y en la universidad y canta en la Orquesta Sinfónica de Bahía Blanca. La japonesa Hiromi Yoshida es licenciada en Filología Inglesa, profesora de Lingüística y Euskera en la Universidad de Waseda. Hizo un máster y su doctorado sobre el euskera de Azpeitia. El madrileño Carlos Cid comenzó a estudiar euskera, por su cuenta, con quince años, y a los diecinueve ya tenía el EGA y daba clases en la casa vasca de Madrid y en la Escuela de Idiomas. En su tesis doctoral defendía que actualmente lenguas como el castellano y el checo tienden a buscar una manera práctica y sencilla de hacer las frases de relativo, tal y como lo hace el euskera desde hace siglos.
Hablando de su flechazo por el euskera todos ellos coincidían en la atracción que sentían por la gran capacidad de esta lengua para expresar mucho con pocas palabras. Esta cualidad intrínseca y todo el esfuerzo que se está haciendo desde hace décadas a favor de su estandarización, la convierten en un instrumento lleno de futuro.
Es en esto en lo que hay que hacer hincapié, según estos profesores. Más que intentar demostrar lo antigua o rara que es esta lengua o si se ha hablado aquí o allá, lo que realmente importa es el presente y el futuro, y eso en nuestra mano está.
Gracias por el consejo, amigos.