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La temperatura de la campaña va subiendo

Ya estamos acostumbrados a las fotos de estudio con sonrisa súper natural colgadas por las calles. No nos llama la atención ver pasar a nuestro lado el Roberbús, ni el Barcibús, porque ni siquiera se ve quién va dentro. A las camionetas con megafonía forradas de carteles, como hace 35 años, no les hacemos ni caso. No nos sorprenden los mítines y muchos no llegamos a comprender muy bien para qué sirven si sólo van los que ya tienen claro que van a votar a ese partido. Quizá los mítines, como tal no existen y son sólo montajes de dos minutos y medio para aparecer en los informativos y cuando se van las cámaras de televisión doblan las banderolas, apagan los focos y todos se van tranquilamente a casa. No sé, nunca he estado en uno.

Tampoco se nos hace raro, y además es hasta divertido, ver a los candidatos en situaciones diferentes a las habituales apariciones ante los medios. No sé, Moscoso haciendo gimnasia, Enrique Maya y Yolanda Barcina en bici llegando tarde a una marcha de Decathlon, Yolanda montando a caballo en Lizaso, Yolanda panadera trabajando en una fábrica de Peralta? son como Barbies con diferentes vestidos y complementos.

Este año, la competencia, el desparrame que ha habido en la derecha, en la izquierda y en el nacionalismo hace que los partidos tengan que pelear más por los votos. Están poniendo toda la carne en el asador y hay cuestiones que ya empiezan a oler a chamusquina, a pesar de que queda todavía mucha campaña por delante. Como ejemplo la visita de UPN ayer a Basaburua para hacerse unas fotos, más que polémicas, y lanzar órdagos a diestro y siniestro. Dicen por ahí que la pintada de Gora ETA del fondo tenía todavía la pintura fresca y que la inmobiliaria que gestiona el local donde estaba hecha, recibió una llamada de alguien de la izquierda abertzale, en la que pedía disculpas por una pintada que ellos no han hecho y que se comprometían a borrar de inmediato.