Examinar con lupa
Pues con lupa se está mirando la irrupción de Bildu en los escenarios institucionales: lo que hacen y dejan de hacer, lo que dicen, lo que callan, lo que a juicio del comentarista de turno deberían decir y no dicen Con lupa, sí, pero solo cuando las manos dejan de estar ocupadas en echárselas a la cabeza o en rasgarse de manera ritual las vestiduras porque de otro modo hay que sostenerla con los piños o poniendo una fija, de forense de película. Las manos a la cabeza, el rasgado de vestiduras, el voceo, los insultos: otros tantos modos de pedir la intervención bien de las fuerzas del orden/desorden, bien de la Fiscalía o del Ministerio del Interior para que si no tiene leyes a mano se las invente: leyes represivas, ilegalizaciones de lo que de manera oportunista y arbitraria se decida a cada paso. Hoy esto, mañana lo otro. Las leyes siempre son insuficientes. Los que se avecinan van a ser cuatro años muy intensos. Es fácil adivinar que quien tiene el poder de mano va a hacer todo lo que pueda para que evitar que Bildu concurra a las próximas elecciones autonómicas donde se pueden pegar el gran susto: los años de prohibiciones, ilegalizaciones, represión no han conseguido hacer desaparecer la marea de fondo, las pretensiones políticas de esa parte importante de la ciudadanía vasca. Los pactos oportunistas, como el trapacero perpetrado por el PS de Jiménez en Navarra, ya no son suficientes.
Muy comentadas en todo caso las apariciones en escena del alcalde de Donostia como de Martín Garitano, tanto cuando el primero dispone que se retire de un salón municipal el retrato del monarca como cuando el segundo protagoniza a su pesar los acertijos de yahoo. En la misma banda donde durante una semana se picaba al usuario con el anuncio de "¿Quién tiene el culo más bello de España?" (cosa que al final no se si aclaró), se le acicateaba al grito de "¿A que no sabe qué llevaba Garitano en la solapa?". Y tú como no sabes, porque no estabas allí y aunque hubieses estado tampoco ibas a mirar lo que se cuelga el prójimo en la solapa, pues pinchas y como no se ve bien, vas a herramientas o a ver y nada, borroso, de modo que finalmente acudes a los editoriales incendiarios, ofensivos de los diarios madrileños: se trataba del número de recluso de Otegi. Conclusión generalizada: ETA gobierna en Gipuzkoa. Y según esas mismas fuentes lo hacen los verdugos sobre las víctimas, hay que marcharse, hay que exiliarse, regresa el monstruo de la soberanía, del independentismo, de la sedición Lo que hay que hacer es calentar el ambiente para que tarde o temprano Bildu sea ilegalizada y las aguas vuelvan a los cauces de los que nunca debieron salir. Con ETA o sin ella, mejor sin ella, claro, hay que echar a la izquierda abertzale de las instituciones. Ahora mismo ese alto y democrático propósito representa ya un objetivo político de primer orden, tanto como lo son las medidas conducentes a resolver la grave situación económica para la que la derecha parece tener una varita mágica (empezando por aligerar o relativizar la responsabilidad de la banca en el descalabro social de apariencia fraudulenta que padece una parte importante de la ciudadanía). Hay que desautorizar a los magistrados que permitieron el regreso de la izquierda abertzale a las instituciones y a la vida política. Como poco se les llama traidores a la patria, cosa que es de risa en boca de tan escrupulosos cumplidores de lasleyes y respetadores profesionales de las institucionesy de sus representantes. Como todos: nos gustan mientras nos convengan y no den la razón.
Devolver a Bildu al cubil (la expresión no es mía) donde ha estado encerrada no es una cuestión de nostalgia, es un objetivo político en el que hay que poner el máximo empeño, y cualquier método va a ser bueno. No hace falta ser adivinador del porvenir para ver la pugna que se avecina.
Otrosí digo, que como se acerca la tan señalada y festiva fecha del 6 de julio, tal vez convendría hablar de lo que no hay que hablar si quieres que te tengan por un ciudadano de pro y un demócrata sin tacha defensor de la ley, el orden, la libertad y la democracia: del desorden que provocan las fuerzas del orden. No añado "cuando actúan de manera arbitraria y desproporcionada" porque para qué. Te guste o no, la ikurriña es una enseña legal, en Bilbao, en Madrid y en Pamplona, salvo que se utilice de manera institucional. Los mozos que el año pasado llevaban una ikurriña en la plaza Consistorial de Pamplona no estaban infringiendo ley alguna. Ninguna. Y los mandos policiales lo sabían y quien dirigía entonces el Ayuntamiento como si de un cortijo se trata, también. Alguien dio la orden de irrumpir y atropellar. No hay, ni había, ley alguna que impidiera que aquella ikurriña fuera exhibida. La actuación violenta, abusiva e imprudente de la Policía Municipal de Pamplona provocó incidentes graves. La Fiscalía mira para otra parte y no contempla ni de lejos la coautoría de las fuerzas del orden/desorden, y legitima su actuación. ¿Por qué? El que es causa de la causa De no haber intervenido la Policía para retirar de manera arbitraria, por completo injustificada, salvo que se quisiera coartar de manera consciente la libertad de unos ciudadanos, no se habrían producido las tremendas consecuencias que se produjeron: los daños gravísimos padecidos por un mozo que estaba en el tumulto festivo; pero estimo que estos no absuelven a la Policía de su desatino ni justifican éste. Porque era un desatino entrar de manera violenta (según se ve en videos que la Fiscalía parece no ver) en una plaza donde no cabe un alma y calentada por litros y más litros de alcohol, tantos que año tras año se recuentan de forma admirativa no sé si con el propósito de lograr algún record Guiness. Un desatino más incluso que una imprudencia. Pero admitir esto equivaldría a menoscabar el principio sacrosanto de autoridad de que las fuerza del orden, hagan lo que hagan, siempre tienen razón; principio éste que debe imperar en todo estado policial que se precie, aunque lo llames estado de la seguridad y de la vigilancia preventiva, un valor éste que hace mucho prima sobre otros que fueron valiosos y tenían amparo constitucional.