ReVUELTAS callejeras (espectaculares) en Inglaterra con un saldo de varios muertos, muchos cientos de detenidos y encausados, daños multimillonarios (proporcionales al formidable espectáculo audiovisual que han dado los saqueos y enfrentamientos); algo más, claro está, que miseria y exclusión social, abusos policiales, xenofobia y racismo. Eso al menos es lo que dicen los que saben analizar estas cosas, desde el ojo del huracán o desde lejos, sin poder precisar esas causas. Pedir lo que se dice pedir, los nuevos bárbaros que se desparramaron por Londres no pedían nada, se lo llevaban o lo rompían, y regresaban a sus madrigueras. Una violencia ciega. Rechazo extremo al sistema. Ahora llega la tronzadora de los tribunales. El sistema no se deja avasallar. Hablar de crisis de valores y de falta de cohesión moral de los jóvenes, cuando los adultos nos arruinan con sus mejunjes e ingenierías financieras o practican políticas de casta y clase, suena a sarcasmo e igual lo es.
Revueltas en Madrid con ocasión de la visita papal y de la concentración de algunos cientos de miles de peregrinos bien orquestados, con dineros públicos, cosa que enfurece a los laicos. La concentración en sí y el uso de dineros públicos. Y en vísperas de unas elecciones generales cuyo resultado se presenta comprometido para los socialistas. ¿De verdad que enfurece el uso de esos dineros? ¿A todos los laicos? ¿O lo que enfurece es esa demostración de fuerza, de poder, de fe que a muchos nos resulta ajena? ¿O lo que asoma es una pugna social, legítima y evidente, entre agnósticos, ateos o laicos, que quieren gestionar sus vidas según su conciencia y con arreglo a derecho, y cristianos para los que todo queda bajo la ley de Dios? No desde luego un ataque de laicos a cristianos, que es como ha titulado las noticias de los enfrentamientos callejeros (mínimos) la prensa más venenosa del país empeñada en poner en pie el fantasma de la falta de libertad de culto bolchevique o poco menos.
Pero además de los laicos, en la calle estaba presente esa parte, cada vez más sumergida, de la Iglesia Católica. Los curas que he conocido en Bolivia parecen pertenecer a otra religión y a otro planeta. No es fácil convencerse de que pertenecen a una religión irrespetuosa con la conciencia del prójimo y, sobre todo, ajena al sufrimiento real de las personas perseguidas por la violencia y los abusos de los poderosos o acosadas por sus propios demonios, fruto de una instrucción deficiente y de una pobreza endémica.
Ignoro lo que eso tiene que ver con la furia verbal, las pijas rezando el rosario y las monjas arrebatadas entre gente descompuesta e insultos, religión en vena, ateísmo o furia anti religiosa ídem, en agosto, con una calorina de espanto. Me alegro infinito de no estar en Madrid. Por el calor.
Una pugna que ha terminado en enfrentamientos, en violencia y en abusos policiales aprobados por un ministro socialista que también pide ayuda al Vaticano para que influya, o tome medidas, en o contra la Iglesia vasca para que se implique en la lucha contra ETA. Esa petición apesta. Y lo saben. Y se complementa con la de "ayuda" para convertir el Valle de los Caídos en un lugar de reconciliación nacional. No le piden que reconozca cuál fue exactamente el papel de la Iglesia en el levantamiento militar de 1936, convertido en Cruzada, sino otra cosa que, al margen de la palabrería, no sé cuál es, porque no me imagino en qué puede consistir esa ayuda, ni mucho menos cómo se articula un centro de esa clase en un país en el que la Guerra Civil y sus consecuencias son de una actualidad rabiosa.
John Carlin, periodista deportivo de garra, autor de fama y columnista hoy sobre temas de política nacional española, porque la visita papal y todo lo que le rodea es un asunto de política nacional disfrazado de peregrinación, reprochaba el otro día a los progres laicos el ser simplemente anticatólicos. Hablaba de un rechazo visceral a la Iglesia, sosteniendo que la izquierda española la identificaba con el franquismo. No estoy muy seguro de que eso sea del todo cierto.
Eso sí, señala con lucidez que la izquierda tiene la mano y la boca más fácil para arremeter contra la Iglesia católica, y sin embargo se muestra extremadamente respetuosa con el Islam, como si éste fuera un prodigio de tolerancia con la libertad de conciencia y, sobre todo, con la separación radical entre iglesia y Estado. ¡Ay! No sé por qué, pero me parece que tan limpio argumento está envenenado. Desconocemos lo que viene sucediendo en zonas de Cataluña, donde las pugnas raciales y religiosas son el plato del día, el único plato. No conviene asomarse.
El Gobierno envía a cientos de policías a la calle que se disputan laicos y peregrinos, y se emplean a fondo con los laicos e incurren en previsibles abusos policiales, porque los han mandado para eso; abusos ya muy denunciados y en balde, como siempre, por los medios de comunicación que publican irrefutables reportajes. El Ministerio de Interior dice que investigará, lo que equivale a decir que no pasará absolutamente nada. Pura farfolla.
Entretanto, o entre tantas revueltas, a la isla siciliana de Lampedusa sigue llegando la marea imparable de fugados de la miseria extrema, de las hambrunas y de los horrores tribales africanos. La FAO acaba de advertir de que, en Somalia, 12 millones de personas pueden perecer en breve. Los rebeldes de inspiración islámica fundamentalista impiden la llegada de ayuda humanitaria y la vacunación de niños contra un sarampión mortal.
Muchos de esos fugados de Lampedusa no llegan, lo hacen sus cadáveres hacinados en las bodegas o en las cubiertas de barcos que si para entonces no se han hundido, ha sido de milagro. También han sido noticia los barcos fantasmas a la deriva cargados de muertos o de muertos vivos. Europa pone puertas policiales y racionales a esa marea. Puertas que una gran mayoría querría ver cerradas. Por miedo. Los necesitamos, nos necesitan, no sabemos si hay sitio para todos o no, y en este caso para cuántos y cuáles. ¿Sus derechos fundamentales son de verdad los mismos que los nuestros? Épericolososporgersi: mejor teorizar sobre las revueltas inglesas y los ardores papales, no compromete a nada.