Ajustes, los justos
Pues sí chica. Los senté a todos alrededor de la mesa de la cocina y les dije: "En esta casa estamos en una situación insostenible. Yo también he levantado las alfombras, como Yolanda, y he visto toda la porquería que teníamos escondida por ahí y los agujeros de la parquelita". Miré sus caras de estupefacción, tomé aire y continué: "He decidido aplicar unas cuantas medidas barcinianas a nuestra economía familiar, que ríanse ustedes del concurso de esquileo de oveja latxa de Huarte Arakil" y añadí "pero que quede claro que jamás usaremos la palabra recorte sino ajuste. Así que luego traigo la maquinilla cortapelos y os ajusto un poquito el flequillo, para empezar".
A estas alturas ya les había empezado a cambiar el color de la cara. Continué con voz firme y decidida: "Tenemos que hacer un esfuerzo por reducir al máximo los gastos ordinarios de funcionamiento. Para ello haremos un ajuste que conlleva la reducción del número de galletas en el desayuno que pasará de cinco a dos, queda suspendido el consumo de pan de molde y bollería industrial, y la merienda quedará suprimida hasta nueva orden. La partida para adquisición de ropa y zapatos desaparece. Las compras de una cortina nueva para la ducha, una sartén mediana, una cesta para la ropa sucia y zapatillas de casa para el abuelo, quedan aplazadas hasta el 2012. Las transferencias corrientes y de capital se reducirán en un 80%. Esto afecta directamente a la paga del domingo, las recargas del móvil y la tarjeta de la villavesa. Los domingos seguiremos saliendo a comer fuera, pero no en restaurantes sino que llevaremos una tortilla de patata en este recipiente denominado técnicamente fiambrera o tupperware. ¿Alguna pregunta?" Y entonces mi marido preguntó "¿y el café?" Y le contesté "el café en este bonito termo de litro y medio". Para terminar, les informé de que las únicas partidas que permanecerían invariables serían las mías de peluquería y la destinada a la compra de mi nuevo Polo Couppe rojo de alta velocidad.