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Se suspende la función

En el anteproyecto de presupuestos generales, la Escuela Navarra de Teatro se ha quedado sin partida como quien se queda sin abuela. Los responsables de este centro han estado en el Parlamento y han dicho que si las cosas no cambian, el 8 de enero bajan el telón, se acabó la función y todos a casa: los 22.000 espectadores que acuden al año a ver las representaciones, los 3.600 alumnos de los diferentes cursos y los 40 trabajadores.

Da igual que lleven más de un cuarto de siglo trabajando por la cultura. No importa que sea un centro reconocido a nivel estatal e internacional por la calidad de su trabajo. ¿Qué más da que se acabe una de las programaciones más activas y atractivas de la toda la Comunidad? Si no hay teatro, pues que vean la tele, ¿no?, que siempre es más barato.

Estamos en crisis y no estamos para florituras. Todo no puede ser: si queremos una comunidad moderna con Tren de Alta Velocidad, circuito de Fórmula 1, niños que hablen inglés como sea y una universidad del Opus bien apoltronada, pues habrá que quitar de donde sea. El que quiera caprichos, que se los pague.

El tratamiento que se le da al euskera en este anteproyecto es también muy significativo: de cada cuatro euros que se destinan a cuestiones relacionadas con esta lengua, tres son para Euskarabidea. 2.318.000 euros concretamente, pero lo verdaderamente maquiavélico es que los sueldos de personal y gastos corrientes se comen 1.885.192, y para todo lo demás quedan 433.742 euros. Y todo lo demás son las transferencias a los ayuntamientos para sus servicios de euskera, el acuerdo con Euskaltzaindia, las campañas de sensibilización, las ayudas a euskaltegis, congresos, exposiciones, estudios, proyectos? Les toca a duro. Cuando se creó Euskarabidea quisimos creer que serviría para algo positivo. Ahora vemos claro que es su labor es desactivar las escasas ayudas económicas que se le dan a esta lengua destinándolas a pagar luz, el teléfono y el sueldo de unos trabajadores a los que, además, no les dejan trabajar.