el alcalde de Lorca ha dicho que es mentira que el dinero de los navarros haya servido para organizar una procesión de Semana Santa porque, para empezar, ese dinero todavía no ha llegado a la localidad murciana. Añade que tienen previsto destinar los 636.924 euros de la subvención a "recuperar dos iglesias monumentales declaradas Bien de Interés Cultural y que son propiedad de sendas Cofradías". Leimos en los medios que fue él mismo quien dijo lo de la procesión en la feria de Fitur en Madrid al agradecer a las diferentes comunidades las ayudas que habían enviado. Da la sensación de que habló de manera tan espontánea porque no esperaba que nadie le fuese a pedir cuentas de lo donado. Es como si la Ikastola de Sartaguda se gastase todo que se le está dando para apoyar el euskera, en organizar una txistorrada monumental, o como si el Ejecutivo foral se fundiese los siete millones y medio de euros que va a recibir de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos, presidida por Yolanda Barcina desde el día del tartazo, en poner lazos a las murallas de Pamplona u organizar un karaoke transfronterizo con canciones de Carla Bruni.
Es necesario controlar e informar sobre el destino de las subvenciones porque todos tenemos derecho a saber qué hacen con nuestro dinero y más en estos tiempos de crisis en los que tantos trapos sucios están saliendo a la luz. Imagino que lo que estamos "descubriendo" día a día no es más que la punta del iceberg: las dietas de Caja Navarra, el sueldo más que millonario en 2011 de Enrique Goñi, consejero delegado de dicha entidad y ahora copresidente de Banca Cívica, ?y lo que no sabemos, como los honorarios totales de algunos cargos de empresas públicas. El Ejecutivo guarda escrupulosamente esos datos, como si se tratase de la fórmula de la Coca-cola. En el NO-DO tampoco aparecían nunca imágenes de las comilonas de Franco y sus amigos después de las inauguraciones de pantanos. La ciudadanía hambrienta no lo soportaría. Nosotros tampoco deberíamos hacerlo.