Miel Otxin rima con Urdangarin
A Iñaki Urdangarin, tan alto, tan delgado y tan estirado, se le va poniendo cada vez más aspecto de Miel Otxin y mucho se teme él que también va a acabar en la hoguera sin remisión. En este gran carnaval mediático, la justicia sería Ziripot, torpe, lenta y pesada, pero en la que confiamos para que atrape al ladrón y le dé su merecido. Aquí, la verdad, es que habría más de un zaldiko que arremete contra Ziripot y lo tira al suelo una y otra vez utilizando todo tipo de tretas. Zaldikos serían todos los implicados en la trama, los socios, exsocios-compañeros de regatas, asesores, politiquillos, la propia infanta y toda la Familia Real, a la que este asunto le está haciendo mucha pupa. En estos tiempos que corren, cada vez somos más los que nos preguntamos para qué sirve mantener una estructura monárquica si falta, lo que se dice falta, no hace para nada. Las tijeras de los recortes ahí tendrían un buen tajo.
Pero volviendo a nuestro carnaval imaginario, los arotzas, los herreros que quieren ponerle las herraduras al zaldiko, serían los medios de comunicación, que llenan portadas, páginas y minutos de radio y televisión vomitando datos y más datos o, simplemente, chinchando a los implicados al más puro estilo paparazzi propio de la prensa del corazón. Algo que no aporta nada, pero que aumenta las ventas.
Y todos los demás somos los txatxos que bailamos el zortziko alrededor con la esperanza de que uno, por lo menos, pague por sus fechorías.
Es un tanto salvaje. Los linchamientos y los ajusticiamientos ejemplares en público son siempre terroríficos. El de Urdangarin no es un vapuleo cruento, pero sí que está teniendo un gran poder catártico en estos tiempos economicamente tan difíciles para muchos.
Lo malo es que aunque a este lo han pillado, todo nuestro sistema está plagado de Miel Otxines políticos, empresarios, financieros que se rigen por la norma de Allí donde fueres, arrampla con lo que pudieres.