Y a su lado un preboste con chistera, que tanto puede ser un político como un banquero (hoy en día podría ser perfectamente las dos cosas a la vez), le contesta: "¡Eres un vicioso! Solo piensas en beber". ¿Te suena el estilo? Es un chiste de Chumy Chúmez. ¿Te acuerdas de Chumy Chúmez? Estábamos tomando una cerveza y el de la camiseta negra, el que tiene pinta de polaco, dice que hace poco estuvo hablando con otro sobre la actualidad de los viejos chistes del gran Chumy Chúmez. Es cierto. Me paso un par de horas haciendo clic. Viendo viñetas del antiguo Hermano lobo. Y parecen hechas hoy mismo. Hay dos que están como nadando sobre unas aguas oscuras y uno dice: "Hasta que no lo analicemos no sabremos si todo esto es felicidad o es mierda". Necesitamos más gente como Chumy Chúmez, comento. El polaco menciona entonces a El Roto. Pone las cejas en arco y bajando los párpados afirma que lo único que merece la pena de la prensa actual es el chiste de El Roto. Vale. No hago comentarios. Prefiero vaciar el botellín y punto. Pero estoy completamente de acuerdo con que El Roto es magistral, claro. El mejor humorismo español es negro. Siempre lo ha sido. En ese sentido, catalanes, vascos, andaluces o castellanos nos diferenciamos poco, me temo. El humor negro chapotea en el propio dolor. Y en la propia miseria. Ingleses y franceses no lo pillan. Al final, el verdadero carácter nacional se manifiesta en el humor. Porque el humor es algo destilado. Una especie de esencia. Por eso es lo contrario de la mala baba. Se nutre de inteligencia. Y eso no es fácil. No sé, pero últimamente me da la sensación, por el tipo y tono de los comentarios que se encuentran en internet, de que sobra bastante irracionalidad y crispación. Y lo único que sé es que, si hay algún contraveneno que pueda neutralizar la angustia y el abatimiento envolvente, es el humor. Negro, por supuesto. En otra viñeta de Chumy Chúmez se ve dibujada una tumba en mitad de un páramo, y una voz que sale de la lápida exclama: "¡Por fin una vivienda digna y un empleo estable!". En fin. Hasta aquí el pensamiento torcido del día.
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