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No será para tanto

El primer ministro británico y el presidente escocés rubricaron el lunes un acuerdo político para convocar y organizar un referendo de independencia vinculante antes del final de 2014. Y esto ha sentado como una patada a los españoles defensores de la patria una, grande y libre, aunque haga aguas por todas partes.

Han puesto el grito en el cielo y advierten de que Catalunya o el País Vasco no son Escocia. Dicen que en España no se podría hacer algo así por razones jurídicas, iría en contra de la Constitución que habla de la unidad nacional, cuando precisamente es de eso, de modificar eso, de lo que se trata. Apelan, también, a razones históricas, cuando la Historia está plagada de fechas concretas en las que han pasado miles de cosas como la creación de nuevos Estados. Los países que hoy conocemos no son obra del Todopoderoso ni resultado directo del Big Bang. Todo cambia, se transforma y también los mapas políticos. No hay más que echarle una ojeada al atlas que teníamos en nuestra época de estudiantes. Los de mi quinta y mayores recordaréis cómo en las décadas de los setenta y los ochenta en Europa, Asia Central, Oceanía... aparecieron países por todas partes con sus capitales correspondientes que teníamos que memorizar. Atrás quedaron Yugoslavia, la URSS y Checoslovaquia, y aparecieron estados com Vanuatu, Belice, Antigua y Barbuda o Brunei. Y el mundo sigue girando.

La vía que se ha abierto en el Reino Unido es importante. Aunque de momento los secesionistas solo cuentan con el apoyo del 30% según las encuestas, el hecho de que la consulta salga adelante en el corazón de la vieja Europa da alas a muchas reivindicaciones nacionalistas a lo largo del continente. E incluso por aquí, por el viejo Reino de Navarra, algunos de los que hasta ahora ni se lo habían planteado, azuzados además por la crisis y los decretazos, puede que empiecen a pensar que quizás sería mejor ser directamente europeos, con o sin Euskadi de la mano, pero sin tener que ser previamente españoles porque sí.