como hay pocos problemas en España, el ministro del Interior ha ordenado "limpiar las redes de indeseables". Eso significa en primer lugar que, dado que el término indeseable resulta ambiguo y carece de un sinónimo en el Codigo Penal, será el propio ministerio policíaco, con sus voceros mediáticos, quien determine la indeseabilidad del ciudadano. ¿Quién es, pues, indeseable? Aquel a quien un señor con vara de mando considere indeseable. Si Arturo Pérez Reverte escribe que en el Congreso falta una guillotina, será una licencia literaria. Si Manuel López Chipirón, un suponer, tuitea que en el Parlamento se echa de menos una horca, quizás estemos ante un gravísimo delito.

Y eso significa en segundo lugar que, puesto que el diccionario de la Real Academia recoge nueve acepciones del verbo limpiar, será también el policíaco ministerio quien decida qué se entiende por higiene. No es lo mismo limpiar la calle cuando trabaja un barrendero y cuando lo hace un antidisturbios. Así que ignoramos exactamente qué se hará con la fregona: ¿censurar, detener, advertir, golpear, encarcelar? Por ahora ya se está usando para asustar.

Es evidente que en Internet hay mucho bocachancla, como lo hay en casinos, estadios, plazas de toros, ministerios y periódicos. Siendo imposible poner puertas al campo, no hay mayor arbitrariedad que plantar rejas solo en ciertos latifundios, esos que el mismo señor, el de la vara de mando, juzgue intocables. Una simple búsqueda en Google muestra 18.400 ejemplos de Vascos hijos de puta, 5.710 de Viva el GAL y, basta ya de ombligo, igual número de Pepe, asesino y hasta un par de Puri, muérete. No sé a qué espera la Fiscalía.