Privatizar no es sinónimo de abaratar. Hace poco vimos cómo el Ayuntamiento de Aoiz ahorró 185.000 en tres años recuperando la gestión directa de los servicios de jardines, limpieza e instalaciones deportivas. Ahora, un demoledor informe de la Cámara de Comptos dice que Navarra perdió 667.000 euros en 2013 por privatizar el servicio de cocinas del Complejo Hospitalario. Las tortillas verdes de Mediterránea de Cátering nos están saliendo, encima, a doblón.
Sánchez de Muniáin argumenta que el Gobierno no tenía dinero para acometer una reforma en las cocinas y que con esta fórmula de contratación es la empresa adjudicataria la que adelanta el dinero. Cinco millones y pico que tendremos que devolverles con intereses, claro, durante los próximos años. Un nuevo peaje en la sombra, esta vez en la recocina.
El Gobierno discrepa de este informe, entre otras cosas, en lo que se refiere al número de trabajadores necesarios para la ejecución de las diferentes tareas porque considera que “a veces la práctica indica que cuando el servicio se presta por trabajadores públicos se suele incrementar el número de empleados, lo que conlleva un incremento de gasto”. Esto es, que los funcionarios trabajan menos, o rinden menos, que los demás según el consejero. Toma ya. Se puede decir más alto, pero no más claro.
Y digo yo, si esto es así, si además no saben cuánto cuestan las operaciones y los tratamientos en la sanidad pública, o si hay exceso de mandos directivos en muchos departamentos, será problema de organización, ¿o no?
Decía el Gran Wyoming que estos, a pesar de las corbatas, son los más peligrosos antisistema, porque se están cargado el sistema del Estado del Bienestar.