“El viernes por la noche gran fiesta de celebración de la víspera de Todos los Santos o Noche de la Ánimas.” Horrososo, viejuno, aburrido? ¿Qué es eso? ¿Dónde se hace? ¿En una iglesia? Cambiemos el cartel: “El viernes por la noche gran fiesta de Halloween”. ¡Ah, eso es otra cosa!.

Está claro que no es lo mismo y que esta fiesta que nos llega por vía televisión, cine y centro comercial se está extendiendo como la espuma. Sin embargo hay que reivindicar que Halloween no es un invento yankee, como algunos creen, sino una costumbre llevada por los irlandeses a Estados Unidos. Es una más de las celebraciones de invierno extendidas en gran parte de los pueblos de Europa desde antiguo. De hecho muchos elementos como el vaciar calabazas y ponerles una vela dentro creando figuras fantasmagóricas, disfrazarse con trapos viejos para dar miedo o ir pidiendo por las casas es algo que se ha conocido a lo largo del Alto Pirineo y en toda Euskal Herria, sin ir más lejos, hasta hace muy pocos años. Hay recogidos testimonios muy interesantes de personas mayores que conocieron esta costumbre en su juventud. El problema con Halloween surge cuando en lugar de preguntar a nuestros mayores, y para no pecar de paletos, dejamos de lado lo nuestro para dejarnos encandilar por lo que viene de fuera, aunque sea un auténtico sacacuartos. Sin embargo la cuestión no es Halloween sí o no, porque es imposible luchar contra tantos intereses comerciales y con tanta gana de juerga, sino intentar poner algunos límites a este fenómeno de aculturación. Para ello sería interesante procurar transmitir cuál es el significado de la celebración y reivindicar cosas tan sencillas como el hacernos nuestros trajes y calabazas, sin tener que comprarlo todo irremediablemente, o el sustituir el Trick-or-treat por expresiones similares más de aquí que en euskera podrían ser “Gozo edo susto” o “Sari edo ziri” , por ejemplo.