Síguenos en redes sociales:

Haciendo la pascua

Hace semana y media el Sol cruzó el ecuador celeste horas después del eclipse solar. Y consecuentemente a las dos semanas, el sábado 4, llega el plenilunio, además con eclipse lunar (por aquí no lo veremos). Siguiendo así la costumbre establecida por los hebreos hace miles de años todo el país se dedicará a ver una programación televisiva llena de pasos procesionales, capirotes, caspa y fe a raudales. Y el inevitable Ben Hur. Como siempre, las procesiones alternativas, impías y jocosas, habrán sido prohibidas por la autoridad competente que es muy respetuosa con los movimientos de los astros y las religiones de libro gordo, más que con la libertad de opinión y esas zarandajas laicistas. Luego siempre hay algún listo que me suelta por las redes sociales eso de que por qué los ateos tomamos vacaciones en estas fechas en vez de trabajar. Un argumento de altura para lo que suelen poder elaborar estas lumbreras más habituadas al palo y tentetieso. Y si alguien ha pensado algo así como “ah, pues es cierto” que se lo haga mirar, porque no voy a hacerle la pascua explicándole qué es y qué no es un silogismo válido. Hay gente a la que la lógica le resbala más que el agua sobre una tele encerada.

Por lo demás, tendremos oportunidad de disfrutar de una fiesta que tiene ese encanto de bailar por el calendario gracias a manías milenarias de una gente que establecía su ritual mirando al cielo. Dentro de unas semanas el Telescopio Espacial Hubble cumplirá, precisamente, un cuarto de siglo en el cielo mirando más allá. Y esa sí que me parece una historia digna de celebración, procesión y fiesta. Y es que ese anteojo espacial ha cambiado más la idea que tenemos del Universo que los dos mil años de pasos procesionales. Pero eso es otra historia, es la ciencia, y lo de aquí es fe inquebrantable. Amén.