Ya tardaba El Mundo en desvelar las reuniones preelectorales entre Uxue Barkos y la cúpula de ETA para repartirse el poder en Navarra nada menos que 3 años antes de las elecciones. Las encuestas que no tenía nadie, ni en la sede de UPN, ni en la Moncloa, ni en Ferraz, las tenían ya en alguno de los cuatro cajones del local de Geroa Bai de Pamplona y en el zulo de 5 metros de ancho por 3 de largo donde debía de estar el histórico y hasta ahora desconocido Willy, encargado de mantenimiento y, junto con el administrativo que redacta los comunicados, sospechamos que único trabajador en activo de Euskadi Ta Askatasuna SA después del expediente de extinción que se sometió a sí misma hace cuatro años, aún no rubricado por Magistratura. Lo que no sabía nadie una semana antes del 24 de mayo pasado, el reparto de escaños y concejales, quién y dónde iba a quedar segundo, quién tercero y quién cuarto, lo sabían ya la Barkos y el tal Willy en 2012. Eso es clarividencia y no lo del oráculo de Delfos. Pablo Iglesias, por supuesto, estaba en el ajo -todo sea por acabar con España, con la democracia, con la monarquía, con la Semana Santa y con el angelico de Tudela-, y eso que cuando El Mundo habla de los contactos todavía no sabía nadie -bueno, la Barkos y el Willy sí, con sus respectivas bolas de cristal- quién era ese tío y cuando todavía nadie -excepto ellos, insisto- oteaba en el horizonte el nacimiento de una formación como Podemos, que acabaría sacudiendo el mapa electoral del Estado, Navarra incluida, polvos que parece que han tenido bastante que ver con los actuales lodos, dejando aparte CANes, circuitos, autovías, estadios, cocinas hospitalarias y podredumbres varias. Y el Diario de Navarra, haciéndose eco ayer de la “información” de El Mundo. Periodismo pata negra. Del que vamos a tener a patadas los próximos 4 años.