“El team Obama no parece querer dejarle las cosas muy fáciles al nuevo equipo Trump ¡Qué difícil es irse, ...bien¡”. Es un tuit reciente de Carlos Salvador, diputado al Congreso por Navarra desde que Cristo corría en juveniles. Le replicaron que se aplicara el cuento su partido, UPN. Para ser tan católico y apostólico, Salvador muestra una llamativa incapacidad para hacer suyo lo de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. De la ikurriña acaba de escribir que es la imagen del “terror, odio e imposición” de ETA. Todavía no entiendo como las fuerzas de paz de la ONU no portan la rojigualda como enseña, tras el ejemplar trato dispensado en su nombre a las poblaciones civiles de Cuba, Filipinas, Rif o la misma España. El actual Gobierno foral está también en el punto de mira del pródigo tuitero, como cuando hace poco comparó a Uxue Barkos con el “narcoterrorismo”. Lo tiene difícil, pero aún así logra destacarse entre sus compañeros de partido en la competición por el exabrupto mayor. Sólo que su desmesura en lo apocalíptico lo aleja tanto de la realidad y del sentido común que pulveriza su propia credibilidad con salidas esperpénticas de voceras de taberna. Su locuacidad tuitera la deja, de todas formas, para asuntos domésticos. Para los de política estatal e internacional gusta de rebotar a lo más ultra del columnismo hispano. A Salvador le pone especialmente ese nazi de salón y cuasi tocayo suyo llamado Salvador Sostres. El otro día le retuiteaba un artículo que empezaba así: “Que Obama deje de ser presidente es tan buena noticia como que lo empiece a ser Donald Trump”. Mira por donde, el facherío nacional está encantado con la llegada al poder del histrión neoyorquino. Ese que, ayer mismo, hizo desaparecer al idioma español de la web de la Casa Blanca. Va por ti, Salvador.
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