huckleberry Finn es un gran libro sobre las aventuras de un muchacho que, tras ser capturado por su malvado padre, logra escapar en una balsa por el Misisipi y, en compañía de su amigo Jim, emprende una peligrosa huida.
Hasta aquí la narración literaria, que en poco se asemeja a la historia del chiquillo de 11 años que el pasado martes huyó de su casa en Tudela y, a las afueras de esta ciudad, construyó una cabaña con dos grandes ramas como estructura y cañas por tejado, no con la idea de protagonizar una fantasía de libertad sino para escapar de la situación que estaba viviendo en su hogar. Algunos amigos le llevaron ropa y comida y el chaval durmió al raso una noche hasta que, al día siguiente y tras interponer sus progenitores una denuncia, un agente municipal lo encontró en el Camino del Rape. El menor, que parecía muy asustado, debió de contar un triste relato para que la juez decretara orden de alejamiento contra el padre de este niño, después de que la policía lo detuviera y acusara de un delito de maltrato en el ámbito familiar.
El caso de este pequeño era seguido de cerca por los Servicios Sociales y, pese a ello, una tarde salió del colegio y decidió no volver a casa para esconderse entre la maleza. No son las aventuras de Huckleberry, sino una crónica real de miedo y soledad infantil.