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Panorama

Acabo de ver el vídeo de la androide japonesa modelo AP7000. Qué criatura. Hasta parpadea. Cuando yo tenía unos diez años vi una película aterradora en la que los androides habían aprendido a replicarse a sí mismos y se rebelaban contra la especie humana logrando el dominio del planeta. En aquellos años del viejo siglo XX, casi todas las pelis de ciencia-ficción iban más o menos de lo mismo: la rebelión de las máquinas superinteligentes, los ordenadores que se adueñan del control y toman las grandes decisiones, los arrogantes robots de aspecto humano que consiguen cruzar la línea de lo emocional y hasta son capaces de llorar y enamorarse. Pero, al parecer, ahora ya no es eso lo que nos estremece. Quizá porque empezamos a verlo como algo normal. Ahora, la mayor parte de la ciencia-ficción del siglo XXI nos presenta un planeta Tierra agotado o destruido y una especie humana que tiene que abandonarlo y salir al espacio exterior en grandes naves a la búsqueda de un nuevo mundo mínimamente habitable en el que empezar de nuevo. Y quizá no sea una idea tan descabellada. Porque según dijo (y creo que lo hizo con bastante seriedad) el astrofísico Stephen Hawking el pasado noviembre, “solo nos quedan mil años más sobre la Tierra”. Y eso siendo optimistas. Según la Wikipedia, los restos más antiguos de Homo sapiens son los llamados hombres de Kibisch (Etiopía), de hace unos 195.000 años. Aunque en realidad la escritura aparece hace poco más de 5.000 años y la electricidad hace solo 200. En ese tiempo lo hemos hecho todo. Ha habido cosas buenas y peores pero en general ha merecido la pena. Ahí está la Serenata de Schubert, por ejemplo. Pero, ¿solo 1.000 años más? Habrá quien diga que son muchos, claro. Pero a mí me impresiona. A mí estas cosas me afectan de verdad. Me quitan las ganas. ¿Cómo hacer planes o afrontar la reforma de la casa ante semejante panorama?