Los padres y madres de los 6.200 chiquillos que en 2018 cumplirán tres años en Navarra dan estos días otro paso en el calendario de la crianza al realizar la prematrícula en el centro educativo que han escogido para sus hijos. En muchas ocasiones se trata de una elección fácil porque sólo hay una escuela en el pueblo o porque se opta sin dudar por la del barrio, por el mismo colegio al que van los hermanos mayores o por aquella ikastola de la que hablan maravillas.

Pero a veces, esta decisión es todo menos sencilla. Que si la cercanía al domicilio o al trabajo no me ayuda a lograr el centro que quiero, que si hay mucha demanda y un sorteo señala la suerte del niño, que si modelo D o PAI, enseñanza pública o concertada, con jornada continua, flexible o partida? No nos engañemos, en parte nuestros chavales son hoy fruto de la opción que un día tomamos de cara a su educación. Sus amigos, pensamientos y conocimientos, su interés por un tipo de estudios, sus gustos, aficiones y valores les han venido dados también por el sistema docente que, a nosotros los padres, nos pareció acertado cuando eran poco más que unos bebés. Sin embargo, si se tiene la posibilidad de elegir, no debemos olvidar que es una suerte ni a quienes, antes y ahora por variados motivos, no disfrutaron de tantas alternativas.