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Comercio

Pamplona, comercio de proximidad. Diagnóstico de situación: debilidad, con vulnerabilidad alta a situaciones novedosas (consejero de Desarrollo Económico). Causa principal: acumulación de dificultades en los últimos años. Las Administraciones municipal y foral reconocen el estado de alarma. Pamplona fue una ciudad con sagas de comerciantes. Negocios de familia en diferentes sectores. Los apellidos dominantes actuales son “imperio” y “franquicia”. Se asientan en las calles más céntricas y en las periféricas grandes superficies. La tienda local de toda la vida ha pasado de la decadencia a la casi extinción. En el quinquenio 2011-16, el comercio de barrio perdió protagonismo hasta decrecer cerca de un 12%, muy por encima de Bilbao, San Sebastián o Vitoria. Pamplona cuenta con ocho grandes equipamientos comerciales en su término municipal o en sus límites. La proporción de metros cuadrados de esas infraestructuras por cada mil habitantes nos sitúa en el segundo puesto europeo. Un disparate. Los comercios más tradicionales son lentos en su modernización y carecen de relevo generacional. Su mayor carencia, las nuevas tecnologías (el 91% de las empresas no tienen web y el 70% no tiene correo electrónico, según un estudio para el Ayuntamiento). El comercio electrónico domina los nuevos hábitos de compra. La rentabilidad y la expectativa empresarial son muy moderadas. El Casco Antiguo, alma del centro de la ciudad, es un catálogo de hostelería. Con este panorama, cualquier decisión política es susceptible de controversia. Requiere de consultas, estudios técnicos, recursos económicos, consensos y evaluación permanente. Hacer caja y hacer ciudad -sostenibles el negocio y el hábitat- son difíciles de conciliar con amabilidad. Lo cínico del caso es que UPN, rector de las actuaciones en Navarra y en Pamplona durante décadas, sea actor y agitador de las protestas actuales. Sería más decente que bajara la persiana de la desvergüenza.