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Escolapios

Los Escolapios se afianzan en el centro de Pamplona. En el edificio que los alberga desde 1932. Buena decisión para la ciudad. Las Escuelas Pías imparten enseñanza aquí desde 1894. Otros colegios históricos han optado por desplazarse a la comarca. Los Maristas están en Sarriguren. Los Salesianos inician su último curso junto a la Media Luna antes del traslado a sus nuevas instalaciones del Valle de Egüés. El centro histórico necesita aulas con chavalería y juventud. La UPNA pudo contribuir. El colegio de San José de Calasanz acomete las obras de un polideportivo subterráneo bajo el gran patio del recinto (calle Aralar). Inmueble protegido del arquitecto Víctor Eusa, característico por su torre presidida por la efigie de San Miguel de Aralar. Yo fui alumno de Escolapios. Por vecindad. Curso de Ingreso (a los 10 años), los Bachilleratos Elemental (4 cursos) y Superior (2) y el Preuniversitario, con veredicto académico final en Zaragoza. Casi todo el profesorado estaba compuesto por religiosos, con sus sotanas, bonetes y motes. Macazaga, Manterola, Martinena, Otano, Otazu, Pérez Cabañas, Pérez Cenamor, Pérez Conde, Pérez Dettoma, Ramírez... La lista se repetía año tras año. Época de misa diaria, confesión semanal obligatoria y cine los domingos. Creo que fui el único -o de los pocos- del centenar de alumnos de primero de Bachillerato que no atendió la llamada de la orden para pasar un fin de semana en el Monasterio Irache y probar si teníamos “vocación sacerdotal”. Zona de confort hasta la reválida de cuarto. Por razones económicas, el centro suprimió el bachillerato de Letras y yo debiera haberme cambiado de colegio. En una decisión equivocada, seguí con la misma bata de uniforme. Subí una vez -peldaños de madera frágiles o rotos- al mirador de la torre. Antes de la instalación del voladizo de andanada, los frailes veían la mitad del ruedo donde suelen hacerse las faenas taurinas. Su mejor faena: quedarse para hacer ciudad.