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Una necesidad real

La mejor medio fondista navarra de todos los tiempos, Maitane Melero, compite mañana en Madrid en los 3.000, con el muy difícil objetivo de buscar una marca por debajo de los 9:05, que le daría el billete para el Europeo de Pista Cubierta. La marca supone rebajar su mejor tiempo en casi 4 segundos y meterse entre las 20 mejores españolas de siempre, con lo cual, para una atleta que es amateur y que compagina la exigencia del deporte de elite con un trabajo de 8 horas y una familia, el reto es inmenso. Cualquier resultado que obtenga, al igual que en el Nacional de dentro de unos días -el oro del año pasado estará carísimo ante rivales como Lozano, Antón o Espejo, todas ellas con mejores tiempos-, será muy meritorio. Y mucho más si tenemos en cuenta que en Navarra no se puede entrenar bajo techo, algo que sí se puede hacer en todo el norte de España -ya sea tanto en pista cubierta completa como en módulos más pequeños pero con rectas y zonas para saltos o lanzamientos- y en numerosas ciudades de todo el país. En una comunidad con seis meses por debajo de los 10 grados de media y más de 140 días de lluvia, nuestras y nuestros atletas compiten en inferioridad de condiciones con respecto al 90% de sus rivales, puesto que no pueden entrenar en un contexto digno y algunos incluso se están desplazando a otras ciudades como San Sebastián para hacerlo. La comisión parlamentaria de Deporte visitó Larrabide el martes y el presidente de la Federación Navarra de Atletismo les recordó esto, algo completamente lógico y en lo que tiene toda la razón. Una infraestructura básica -no un capricho- que tendrá que acometer sí o sí el nuevo gobierno nuevo -sea del color que sea- será una pista cubierta para el atletismo navarro, un deporte que ha dado a Navarra cinco olímpicos -Ferrer, Monreal, Mendía, Fernández y Navascués- y que merece de una vez tener lo que todos tienen.