La vida es lo primero. Abajo el capitalismo. La lucha continúa. Hay que derogar la reforma laboral. De todos los lemas que se han coreado este 1 de mayo en las manifestaciones sindicales me quedo con el primero por amplitud de miras y por capacidad de síntesis. Con los lemas ocurre como con los titulares de los artículos, eslogans publicitarios y títulos de películas y libros. ¿Qué persigues? ¿Ser poético, universal, ingenioso, directo, transversal? Para reivindicar unas mejores condiciones laborales, menos precariedad, más igualdad, salarios más justos y mayor equilibrio entre la esfera profesional y la personal cualquier mes es bueno, pero además, mayo es simbólico. Todo está brotando y en el ciclo natural otra vez se está creando un mundo nuevo repleto de oportunidades que todavía pueden convertirse en realidades. Que por mayo era, por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor. Mi padre y su memoria portentosa han recitado a dúo hasta hace poco el Romance del Prisionero, y la Canción del pirata de Espronceda, y las Coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique y fragmentos consistentes del Quijote que me dejaban disecada. Todavía a veces lo hace si le doy el pie como a los actores para entrar en escena mientras le paso la esponja enjabonada por la espalda o le seco el pelo. Alguna vez en estos últimos años hemos leído juntos poesía de la que no rima. La ha escrito una señora mayor que tú, polaca, Wislawa Szymborska, le he dicho con voz de vampira eslava.
“Una vez encontró en los arbustos una jaula de palomas.
Se la llevó
y para eso la tiene,
para que siga vacía”. Trabajar es necesario, nos da de comer, nos paga la hipoteca, nos genera tensiones y a veces nos gratifica. Pero la vida es lo primero.