El carisma es una cierta cualidad humana que atribuimos a determinados elementos de nuestra tribu por la que recocemos en ellos valores de simpatía, empatía y capacidades de relación específicos y propios de hombres y mujeres que se distinguen por su personalidad, modo de comportamiento y ser que los diferencian en el día a día de nuestra aldea global. En la comunicación, de manera singular, se diferencian profesionales, y de manera acusada la sociedad reconoce a aquellos periodistas, presentadores, conductores de programas con un estilo propio. Así se los reconoce por el aura especial que acompaña su manera de moverse y manejarse ante cámaras y micrófonos. En el circo mediático un puñado cuajado de profesionales sobresalen entre los que construyen la realidad de los medios día a día. Estos profesionales son necesarios para satisfacer las demandas de los consumidores de medios que requieren figuras que dotan de sal y pimienta a sus productos comunicativos. Radio y televisión y de manera acusada ésta última, construyen un panorama en el que se mueven los profesionales carismáticos. Tanto en el pasado como en el presente el carisma se reparte con cicatera profesionalidad, y solamente algunos son llamados por la fama, el reconocimiento social, y la popularidad. Jesús Hermida, Joaquín Prat, Boby Deglane, José María García, Ana Rosa Quintana, Iñaki Gabilondo, Javier Sardá son algunos nombres que han marcado la profesión periodística con la señal del carisma y buen quehacer. La audiencia reconoce la manera profesional única y especial de un estilo propio que sobresale en el conjunto de la tribu urbana mediática.