Habló el otro día Fran Canal, director general externo de Osasuna. Desde su llegada, debido al oscurantismo de Sabalza y cía y al suyo propio, a decisiones de la directiva, a actitudes de Canal en asambleas, a tipos de contrato, emolumentos, etc, su imagen entre parte de la parroquia rojilla es mala. Entre otra parte, es buena. Esto funciona así. Desde que casi nos vamos a Segunda B y más aún desde que estalló el caso Vizcay o caso Osasuna la exigencia de socios, aficionados y prensa es mucho mayor que antes y esto conlleva aspectos positivos y aspectos negativos. Y ahí en medio está Canal, elevado a máxima figura del club por Sabalza y contestado a muchos niveles y por muy diferentes personas dentro y fuera del entorno rojillo, por mucho que él diga que todo es una campaña orquestada de grupos concretos o que los ataques contra su persona a quien hacen daño es al club. Bueno, eso es algo que deberían mirar él y Sabalza y cuantificar si por una sola persona el club está siendo perjudicado. Sus dueños están claro quiénes son: los socios. Y estos, legítimamente, equivocándose o no, pueden ir disponiendo cuestiones que en otros lugares serían impensables. Por ahí Canal y la Junta Directiva, si no son capaces de continuar por la línea de participación abierta -bien abierta por la Junta-, siempre van a encontrar oposición. Está ocurriendo con el tema de la reforma. Han presentado dos opciones: una reforma obligada que es birriosa y que te hace perder casi 2.000 asientos o cinco platos combinados fantásticos que te dejan un estadio nuevo con 5.000 asientos más. A ver quien no quiere algo nuevo, bonito y más grande si la única alternativa es ir hacia atrás. Trampa. Por esta clase de cosas hay oposición. Se llama cartas marcadas y no tiene que ver con sospechas de nada raro sino con dirigir los caminos para que solo sea comprensible coger el que tú has prefijado de antemano.