He intentado -con éxito- no hacer ni puñetero caso esta semana al raca-raca de los dimes y diretes de qué va a pasar con el futuro Gobierno de Navarra, básicamente porque ya se aventuraba que nuestra pequeña aldea gala se iba a convertir en el capacico de las hostias en Madrid y yo Madrid -institución, Corte- cuanto más lejos mejor, se me hace bolo. Pero ayer a raíz de un tuit de mi hermano en el que hacía una broma enfadada porque opinaba de Navarra hasta el gallego Feijóo ya me enteré de que había dado su punto de vista sobre el asunto hasta Doña Manolita. Pero me he evitado leer lo que digan Casado, Sánchez y Rivera, que son 3 seres humanos que superan por completo mi capacidad digestiva. Ni, por supuesto, he hecho ni caso a lo que diga la corte socialista en Madrid, siempre tan pagada de sí misma, tan altiva, tan pedante, ejemplarizada esta vez -aunque ejemplos hay mil- en Carmen Calvo. Tenemos por aquí también algunos de esos, sí, quizá menos que antaño, pero quedan. En todo caso, he salvado bastante bien la semana en ese aspecto y al mirar ayer un poco cómo iba la cosa me he dado cuenta de que es un bucle permanente y que parece una peli de los hermanos Kiarostami, que las pongas en el punto en el que las pongas parecen estar siempre en el mismo plano. No avanza. Eso sí, de nosotros, de qué nos viene mejor, de qué hemos votado y para qué, de qué clase de impuestos, de educación, de sanidad queremos, opinan todos: Casado, Rivera, Sánchez, Iglesias, Urkulu, Otegi, Rosa Díez, todos los periodistas que no han subido de Guadalajara en su vida, etc, etc. Vayan a la mierda, vayan a la mierda un rato, déjennos en paz. Esto se evitó en 2015 porque no hizo falta el PSN y en 2011 porque el PSN se lanzó en brazos de UPN al minuto 1. En 2007 resultó agotador. 12 años más tarde, con las redes sociales machacando las meninges cada minuto, es muy insano. Que acabe pronto.