el miércoles acercarme al centro de Pamplona y volver a casa tanto a la mañana como por la tarde me costó casi 6 euros. 5 euros y 60 céntimos, en concreto: 2,8 a la mañana y 2,8 por la tarde. Venía Luka conmigo y, como ya tiene 5 años o más, paso dos veces el bonobús por el lector, con lo que cada viaje nos cuesta 1,4 entre los dos. Algunas veces vamos andando, pero cualquiera sabe que 30 minutos andando para un niño de 6 años cada vez que quiere ir al centro de Pamplona se puede hacer algo pesado. El caso es que ya paga como yo, con 6 años. Me resulta incomprensible que esto sea así. Lógicamente, no es dinero -si esto fuese cada día nos sacaríamos cada uno el abono mensual de 30 euros, aunque yo mes a mes ando cerca de ese gasto-, pero no tiene sentido ninguno que si se apuesta por el transporte público y por reducir los coches en la ciudad -salvo el alcalde, claro, que quiere recuperar plazas de aparcamiento- y por, en general, fomentar y premiar a quien no contamina ni ocupa lugares y se lo curra para moverse con hijos o hijas le suponga más dinero casi que coger el coche o sin el casi. Ya hay varias ciudades españolas -Sevilla, Zaragoza, Madrid, Gijón, etc- que aplican tarifas casi ridículas o incluso gratis hasta los 8, 10 y 12 años, al igual que muchas europeas, mientras que en otras como Barcelona esto se estira hasta los 16. Es que es lo lógico, si lo que se pretende es que las ciudades sean sitios con cada vez menor presencia diaria y física de los coches. Es fantástico que existan ayudas por ingresos y así debe seguir siendo, pero en el caso de los niños y menores se tendría que empezar ya a ampliar la gratuidad hasta mucha más edad u ofrecerles tarjetas de transporte muchísimo más baratas que en la actualidad, porque ya digo que un crío montado en un coche de Burlada a Pamplona sale más barato que montado en villavesa. Y eso no tiene un pase.