La concejal de Igualdad de Pamplona María García Barberena -Navarra Suma y Censura- argumentó la semana pasada que "el lenguaje utilizado no se adapta a la institución" para justificar la anulación de la charla que iba a tener en la Casa de las Mujeres -del Ayuntamiento de Pamplona- titulada La brecha orgásmica: de cómo el patriarcado nos persigue hasta la cama. Dice su autora, Paola Damonti, que la censura tiene mucho más que ver con que se haga referencia al orgasmo femenino que al masculino y seguro que tendrá razón, pero yo veo alguna cosa más. Veo, principalmente, que todo lo relacionado con el sexo y su plasmación vía lenguaje le resulta desagradable a cierta parte de la sociedad, entre la que al parecer se encuentra Navarra Suma en el Ayuntamiento de Pamplona. A muchas personas palabras como orgasmo, follar, paja, coño, culo, mamada, tetas, polla, etc, etc, etc les resultan fuertes y a evitar. De hecho, forman parte en el imaginario popular de lo que denominamos tacos, cuando no dejan de ser términos que definen zonas del cuerpo o acciones. Si se fijan, son todas ellas expresiones bastantes directas, secas, como si se hubiesen inventado precisamente para que al ser dichas hubiese sido mejor no haberlas dicho. Hagan un repaso a decenas de palabras relacionadas con el sexo y lo corroborarán. Es como si las hubiese inventado el más integrista de los cardenales. Así estamos en el año 2020 en la muy noble y blá blá ciudad de Pamplona, con los ojos como platos porque haya instituciones a las que el título de una charla, guste más o menos la charla, les cause ese efecto, al punto que la concejal García Barberena dijo antes de ayer que "hay mujeres a las que les ofende que una institución se les dirija así". Bueno, ya tenemos al ejército de nuevo en su avenida y a los curicas y a las monjicas en el ayuntamiento, censurando. La Pamplona normal.