Dicen Enrique Maya y su equipo de personas normales que la oferta de plazas de escuelas infantiles en euskera se ajusta a la demanda existente, de manera que el porcentaje de plazas en castellano es del 86% y el de euskera es del 14%. Esto es: un 14% de los padres y madres que llevan a sus criaturas a las escuelas de 0 a 3 años los llevan a escuelas en euskera, que son las plazas que ofrecen Maya y los normales. Esto según Maya se hace porque la demanda es esa. Curiosamente, cuando los niños y niñas tienen 3 años y deben ir ya al colegio, los padres y madres de Pamplona de repente sufren una mutación genética o les posee el espíritu del aita Barandiaran y se multiplican por dos aquellos que quieren que sus tesorillos cursen la inmersión total en euskera, que es el modelo D. En Pamplona, según los datos de hace apenas unos días ofrecidos por el Departamento de Educación, el 29,438% de los progenitores escogen educación en euskera. Esto es: el doble de los que eligen escuela infantil en euskera. Resultó en su día -y así lo escribí- una pésima acción aquella del cambio sobre la marcha de modelos a varias escuelas, por mucho que el fondo del asunto fuese loable -la ampliación de las plazas en euskera-, pero en esta tierra siempre llega alguno que con su sectarismo y sus mentiras logra casi justificar errores ajenos. Es imposible que haya esa demanda de plazas infantiles en euskera en Pamplona si de manera recurrente desde hace muchos años la demanda de modelo D en Pamplona ronda el 30%, punto arriba punto abajo. Es imposible, no se trata de una apreciación subjetiva, puesto que las cifras están ahí y son muy claras y, además, recurrentes. Maya y compañía pueden vestir sus decisiones como quieran, pero la realidad es tozuda: desprecio al euskera, mentiras e intentos y acciones para reducirlo y entorpecerlo lo más posible. Lo que llevan haciendo toda la vida, vamos.