ntiendo que la economía es básica y que está tan en peligro el presente y el futuro de tantos millones de trabajos y miles de empresas que lo normal es que casi toda la información tenga que ver con eso, también los decretos, reuniones y prácticamente todo, pero quiero saber si algún día podré ir a casa de mi padre y darle un beso, algún día lo antes posible, me refiero. Hoy, por ejemplo, hace 55 años que se casó con mi madre y hace 23 que nació su primer nieto, Álvaro, y tampoco es que acostumbremos a hacer nada especial, pero sí juntarnos para vernos y lanzarnos puyas, lo normal. ¿Qué planes u horizontes hay para estas cosas, podrán mis suegros abrazar a sus hijas y nietos antes de verano o en verano, podrán los niños y niñas jugar entre ellos, qué situación epidemiológica general o personal se tiene que cumplir para que esto se vaya clarificando y explicando ya? A mi me confortaría que ya fuera aquí o en Madrid saliera alguien a hablarnos exclusivamente de estas cosas, no dentro de un listado de asuntos que incluyan ERTE, aperturas parciales, porcentajes de ocupación o número de asistentes, sino solo de nuestra vida privada, íntima, familiar y social. Se nos ha pedido un esfuerzo vital importante, mínimo ante el que están realizando otros sectores pero importante, y cada vez que hay una nueva aparición de alguno o una comparecencia o algo siempre se me queda la sensación de que todo esto que es la base de la vida pasa a un decimotercer plano. No sé, ya digo que comprendo la magnitud del pastel, pero es una sensación desagradable. Mañana, por ejemplo, saldremos por turnos para no congestionar las ciudades, pero millones de kilómetros cuadrados de calles usadas por coches seguirán desiertas pero sin hacerlas aunque sea un día peatonales mientras ocupamos las aceras y los 4 espacios abiertos que quedan en los centros. Luego que hay tumultos. Claro. Prioridades.