de junio de 2020 y aún sin el chip de Bill Gates puesto€ Hasta los huevos de ser siempre de los últimos. El chip de Bill Gates a ustedes no sé, pero a mí me hace falta rápido. Tengo el chip de la vacuna del tétanos y el de la rubeola, pero hace ya 40 años y hay que verlos€ Estoy yo mejor que ellos, los pobres. Tengo a uno atascado en un pliegue de la vena cava sin poder avanzar desde el 93 y al otro me da que lo tengo que tener en plena rodilla izquierda, ahí, jodiéndome la rótula. Necesito uno nuevo, uno en el que si quieren que metan a Dennis Quaid, como en el Chip Prodigioso. O, mejor, que metan a la Meg Ryan del Chip Prodigioso. Meg Ryan, con 26 años, con ese pelazo rubio y esos ojos como el faro de Alejandría, en tu torrente sanguíneo, pilotando una nave, ¡vete donde quieras, Meg!, ¡soy todo tuyo! Vamos, maravilloso. Quiero mi chip ya, mi chis, que dice el rector de la Universidad Católica de Murcia, que es de esos que creen que efectivamente nos meten chis en las vacunas, entre otras pedradas. Claro que sí, señor. Y LSD en la cera de las velas de misa, que es lo que se esnifa usted. El chis me haría las columnas los días que no tengo ideas, la comida los días que tampoco tengo ideas y básicamente todo para lo que no tenga ideas o ganas. No lo detallo porque la lista es enorme y de hecho ahora mismo es mucho más corta la lista de cosas que sí quiero hacer y para lo que tengo ideas: estar en una playa que no conozca mirando romper las olas en la arena, recordando aquellos días en los que había que tener un motivo real para poder salir a la calle, aquellas calles vacías y llenas de miedo, mientras nuestros sanitarios y algunas profesiones más sostenían los andamios de esta sociedad a veces tan egoísta. Espero que haya una playa para todos y que, como dijo Camús, cada uno encontremos en nosotros "un verano invencible". Nos vemos en septiembre. Salud.