oy hijo de padre. Cuando no había internet, ni apps, ni Google Maps, cuando se iba de viaje ya había mirado los mapas, los posibles tiempos, el estado de las carreteras y te calculaba hora de llegada en base a la de salida y a las cortas y rápidas paradas para lo básico. No solía fallar. Servidor, aunque no conduce, cuando va de copiloto es Luis Moya: si quiero estar a las 11.30, lo organizo para llegar a las 11.30. El lunes llegábamos a Senda Viva a las 11.30. Te has levantado a una hora concreta, desayunado, vestido, recogido, preparado, montado al coche y pegado 65 minutos de viaje para llegar a una hora apañada a Arguedas y a 2 kilómetros del parking te encuentras un atasco. El atasco dura 30 minutos. 30 minutos para 2 kilómetros. Cuando llegas al origen del atasco, ves que son 4 policías forales en una rotonda a 500 metros de Senda Viva preguntando coche por coche si vamos los convivientes y dos polleces más. Vamos miles de personas a dejar varias decenas de miles de euros en ese parque casi público sostenido por Sodena desde 2003 y algún mando de la Foral tiene la brillante idea de reventarnos las pelotas con ese control, que me cuentan que ha sido habitual estos días pasados: ¿van a comisión con las multas, es solo incapacidad, no hay nadie al mando, acaso no es suficiente con llevar un año y un mes puteados?, ¿por qué no ponen el control en los accesos al centro de Pamplona, al Parlamento de Navarra, qué clase de delitos infrahumanos se persiguen?, ¿es necesario ciscarse en media hora de nuestras vidas sobre nosotros, simples consumidores y sostén de sus nóminas? ¿Qué clase de bien común ineludible defiende ese control? Nos preguntan a nosotros 3 si somos convivientes. Miro a mi santa y a Luka y a punto estoy de soltarles que no, que el chaval es presidiario y ella y yo sus camellos, señor agente. Te callas, claro. Mucho tiempo libre parece que hay.