e encantaría que el Príncipe de Viana fuera este año para César Oroz. No tengo ninguna duda de que los demás candidatos han hecho méritos para el galardón y de que además una valoración tan subjetiva como siempre es un premio de este tipo da para justificar cualquier resultado, pero para mi Oroz acumula suficientes méritos en los últimos 35 años como para hacerse con él. Reunir con tanto acierto, brillantez y humor -el enorme nivel que mantuvo en los peores meses de la pandemia haciéndonos reír mientras el resto apenas podíamos salir del bucle lo recordaré siempre- la mirada a la actualidad, a nuestra sociedad, y hacerlo con esa mezcla de acidez, ironía, ternura y perspicacia día tras día durante décadas y décadas es de un mérito inmenso. Hacerlo a través de un arte como es el cómic, en este caso en prensa, no solo no minimiza sus posibilidades sino que debería engrandecerlas, puesto que el cómic ya es un arte mayor desde hace mucho en todo el mundo y en esta línea César puede ser el principal lápiz junto con otros muchos como nuestro compañero Jota Jota, Exprai, Belatz, Carlos García, Martintxo, Osés, Resano, Simónides, Bernardo Vergara, Urmeneta, Zaldieroa, Chas, Iribertegi, Urbeltz, Ménendez, etc y decenas de dibujantes y brillantes ilustradoras e ilustradores jóvenes. Principal no significa mejor, puesto que esto no son los 100 metros, sino aquel que en nuestra tierra, pero también fuera, mayor reconocimiento tiene, con esa capacidad innata de atrapar una idea que los demás no vemos o que sabemos que está ahí pero no cómo sacarla ni de dónde. Del mismo modo que hace años que Barricada debería de tener este galardón demasiado anclado en el academicismo, lo tiene que tener Oroz, como perfecto exponente de un arte joven y popular y de un periodismo diario que tiene tantos defectos y problemas como grandes ejemplos, más allá de ideologías y lugares.